Estuve en Cró-nó este verano
paseando mi perro ciego
hasta que nos derribaron las
trompetas
y el mundo quiso levantarse
y fue hacinado con pañuelos oscuros
que tapaban sus cejas
y en todo el paisaje crecieron
pértigas que querían cruzar las
acequias
más los años irrumpían en los
huesos
y la saliva resbaló entre los
labios
y ya nadie levantó su ira
y fue hecho engranaje de la máquina
y los gobiernos fueron felices
el amor era intercambiar tornillos
al fin la anemia acabó con todos.
(Poema 42 del libro Cró-nó. Serafín M. Vidriales 1.981)
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