Desarrollo espinas,
deshojo torres mecánicas,
vuelo.
La angustia apoderada de la memoria estruja
mi lóbulo occipital;
nada serio.
Duermo mal
y la masturbación lenta y pesada araña los párpados.
Mamá,
¿Cuánto dura el luto?
Gritos desordenados
deambulan en esta habitación casi perfecta.
Sábana, colcha, adornos inútiles y retratos sosos,
sonríen.
El techo se viene abajo,
la nevera casi vacía guarda mi mano izquierda,
agusanada.
No me esperes más, amor;
aguárdame si quieres.
No puedo sacar del músculo torácico
tanta basura.
El viento,
acuna la saliva que no vuelve
los recuerdos
y me duermo en ti
anémona salvadora.
Lo que no podemos gozar,
reñir,
duele más que la ausencia.
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