viernes, 1 de octubre de 2010

ELEGÍA

Desarrollo espinas,
deshojo torres mecánicas,
vuelo.

La angustia apoderada de la memoria estruja
mi lóbulo occipital;
nada serio.

Duermo mal
y la masturbación lenta y pesada araña los párpados.

Mamá,
¿Cuánto dura el luto?

Gritos desordenados
deambulan en esta habitación casi perfecta.

Sábana, colcha, adornos inútiles y retratos sosos,
sonríen.

El techo se viene abajo,
la nevera casi vacía guarda mi mano izquierda,
agusanada.

No me esperes más, amor;
aguárdame si quieres.

No puedo sacar del músculo torácico
tanta basura.

El viento,
acuna la saliva que no vuelve
los recuerdos
y me duermo en ti
anémona salvadora.

Lo que no podemos gozar,
reñir,
duele más que la ausencia.

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