martes, 20 de noviembre de 2018

Este poema escrito a mediados de los años  70 está dedicado a José Luis González, un canario en el camino.


-¿Tienes fuego?

-No. Busco una cabeza roja,

montón de hojas otoñales

y crepúsculos en los ojos.

Debe de estar en cualquier sitio,

sentado, tal vez, mirando

jugar a la pelota a unos niños

y hundiendo su mirada chica

en algún árbol retorcido,

alto, con algunos vástagos

apuntando a la niebla.

Está sólo entre tanto ruido.

(El rumor que se oye

ni son pájaros ni silencios de ramas,

son guaguas, bocinas y gritos).

-¿Habéis visto a mi amigo?

-¿Tienes fuego?

-¿Quién me ha despertado

de tan corto suspiro?.

-¿Tienes fuego?, por favor.

-No. Tengo limón y vino.