lunes, 12 de marzo de 2007

DEFINIDO

El wendigo

Compartir el espacio, hacer, sólo tal vez, que no es nada más que una posibilidad, un circo donde las piruetas y cabriolas se den la mano. A lo mejor no tenemos nada de que hablar y nos limitamos a escupir palabras, palabras... no olvidemos el poder de las palabras, la palabra como Golem que me enseñó a descubrir Praga guiado de la mano de Gustav Menhir (tengo que repasar el nombre) con Jan Neruda y Kafka. Las neuronas van y viene y la inseguridad se adueña de la duda. Hay algo más dudoso que una duda insegura?. He perdido práctica de pensar, demasiado tiempo no-pensando, actuar te lleva a olvidar nombres elementales a no recordar grafías, no por eso dejo de recordar pese al no-pensado.
Algunos recordarán el wendigo: mítico nombre: Itaca Wendigo. Poeta urbano, del madrid de los 70 y parte de lo s80, y mala leche, no formamos parte de la movida: somos la movida, recordáis amigos la poesía por las paredes, por los metros. Ahora la han institucionalizado, se plastifica el papel, ya hemos olvidado las vietnamitas, fotocopiadoras y demás sistemas de expresión ahí estamos.
Era el viento, es ese escalofrío que sentimos, percibimos cuando nos acercamos en una mañana de casi invierno a un cementerio. Pasa el wendigo.
Hay que decirlo de una vez. Palabras y palabras martillean los oídos y casi todas terminan en tiempo. Hoy, ayer, el tiempo, el modo, el espacio, las dimensiones van creando en las terminaciones nerviosas escapes de electricidad chisporrotean te. Pero nadie tendrá la culpa.
Me sorprende la sorpresa, me abruma el acoso al que está sometida la integridad. Voy a proponer que hagamos una gran narración abierta.

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